El quinto invierno

El primer paso de El quinto invierno lo dimos hace unos meses en el Teatro Pradillo invitados por La Tristura para la celebración de sus diez años como compañía. Lo llamamos [Un campo sin árboles, sin cielo y sin campo]. Estos días, partiendo de ese primer paso, daremos el segundo invitados por la Nave de Cambaleo. No se trata de un trabajo en proceso, cada nuevo paso tendrá su propia vida y se irá sumando a eso que algún día llamaremos obra, de hecho, dentro de unos meses continuaremos con el tercero en el Teatro Ensalle y ya veremos dónde será el cuarto. Los lugares donde pisamos no son los prometidos, en los desiertos no hay promesas, son lugares para el milagro, lugares para cosas prodigiosas que escapan al entendimiento. La palabra milagro encuentra su raíz en el latín miraculum que significa mirar, contemplar con admiración, con asombro o con estupefacción. En los desiertos a las promesas se las llama espejismos y los que prometen no existen. Ya no hay milagros, todo es práctico en éste mundo práctico, salvo en los desiertos, en cierto sitio, de esa manera.